A veces el destino te sorprende dando un vuelco a las expectativas que te creas sobre el futuro. Una prueba fue mi semana en Santander en un curso de la UIMP. Pensando que allí iría a empaparme de conocimiento y a trabajar más en lo mismo, me ví sorprendido por algo totalmente inesperado. Todo comenzó conociendo a mi propio Cicerone, Alex, el cual me puso al corriente, me guió por los caminos inexplorados de la Magdalena y me ilustró en las costumbres de los becarios UIMP. Agradecido por ello estoy, ya que sin él no hubiera sido lo mismo.
Creo que todo el mundo sabía a lo que iba menos yo. Así que me dejé arrastrar por el buen rollo y las ganas de expandirse personal y socialmente (por decirlo de alguna manera), y Santander se convirtió en una ciudad cuya nostalgia se acrecienta a medida que rememoras las risas y copas con compañeros, y ahora amigos, como Alex (Dr. Love), Sandra (smiling forever), Raúl (el hombre de las mil caras), Buendía (a sus ordenes), Jesús (naranjito), Carmen (zevillana), Irene (vamos a la playa?), Elena (quién me moverá ahora el café), Helen ("en construcción"), Paulina, pufff, me canso, etc (perdón por los no mencionados).
Gracias por todo chicos. Un placer haberos conocido y mantener lo que se fraguó en estos intensos pero inolvidables días. Alex y Sandra: Nunca olvidaré nuestras caras de sueño durante las primeras ponencias del día. Por cierto, está pendiente quedar en Madrid!!! (Ya pondré más fotos: creo que en todas sale Raúl, jaja)
